Imagine una marca líder en el mercado nacional e internacional, que abarca los segmentos de golosinas, chocolates, alimentos, galletas, helados, mermeladas, aceites, salsas, conservas, turrones, dulces sólidos y muchos otros productos, que no está en Internet ya que el nombre de dominio de su marca fue registrado por otra persona, y peor aún, que este nombre de dominio sea utilizado para redireccionar las visitas a la competencia.
Este es el caso de Arcor, una empresa bajo el cual se comercializa una gran variedad de marcas. Su denominación hace referencia a la ciudad y provincia en donde se fundó la empresa (ARroyito – CÓRdoba).
Luego de 12 años de conflicto judicial, la firma alimenticia Arcor ubicada en la localidad de Arroyito, Córdoba, Argentina, pudo recuperar su dominio que estaba en manos de un usuario de Corea del Sur. Por esta traba, la empresa no había podido poner on line su sitio Arcor.com
El Centro de Arbitraje y Mediación de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), al momento de fallar a favor de Arcor, consideró que la titularidad de la alimenticia tenía nombres de dominios iguales en varios países de mundo y que el ciudadano coreano, titular de Arcor.com, no podía demostrar interés legítimo en esa dirección de Internet.
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Desde la empresa cordobesa se acusó de mala fe el accionar del usuario ya que el dominio que había registrado derivaba a sitios de la competencia y, además, había solicitado una recompensa por la trasferencia del dominio Arcor.com.
Esta acción de registrar dominios sin darles el uso adecuado nace como parte de la tendencia de comprar rápidamente dominios que coincidan con marcas o nombres famosos, para luego cobrar un rescate. Es decir, lo que buscan en muchos casos es revenderlo a quienes podrían considerarse titulares legítimos de los términos en disputa.
La compra y venta de dominios con la extensión .com se ha vuelto una acción comercial ya que para registrar sólo se necesita adquirirlo. La firma que tiene la licencia a nivel mundial para vender estos dominios es VeriSign, aunque a veces son intermediarios locales los que terminan haciendo la gestión y cobrando a los usuarios finales por el proceso.